Al contemplar el mundo que nos rodea, al comenzar el nuevo año, debemos admitir que el mundo está avanzando y, si somos honestos, avanza hacia la derecha. ¿Por qué? En mi opinión, es así porque los políticos de derechas han dominado el arte del miedo. Y la política de inmigración tiene que ver con la manipulación de ese miedo con fines políticos. El miedo nos mueve, no a la esperanza ni al altruismo, porque el miedo se nutre de nuestros instintos de supervivencia; también nos lleva a los lugares de votación y nos hace votar.
Eso explica lo que ha estado sucediendo en Europa y también en los Estados Unidos. De hecho, las recientes elecciones estadounidenses fueron una contienda entre el amor y el miedo. Y adivinen qué: ganó el miedo. En su primer discurso inaugural en marzo de 1933, el ex presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt dijo: “Lo único que tenemos que temer es el miedo mismo”. Bueno, eso fue en 1933, hace casi un siglo.
Hoy en día, el miedo genera más miedo. ¿Y miedo a qué? Miedo a los negros, a las mujeres inteligentes, a las personas trans. Los políticos que saben cómo motivar a las poblaciones conocen bien el poder de las emociones profundas, como el miedo. Lo utilizan como un violinista utiliza sus cuerdas. Muchas personas están tan inmersas en el miedo al “otro” que en realidad no ven el juego que se desarrolla tras las bambalinas. Esto se debe a que el miedo altera nuestra capacidad de analizar y pensar las cosas en profundidad.
Gran parte de esta histeria antiinmigrante ocurre en Europa, donde muchos refugiados de las antiguas colonias intentan regresar a las tierras de los países de los antiguos colonizadores. En Estados Unidos, gran parte de la energía antiinmigrante se dirige a los mexicanos y otras comunidades latinas. Algunos ven esta explosión de ansiedad como el temor al “oscurecimiento” de los Estados Unidos. Los latinos constituyen el segmento de la población estadounidense que crece más rápidamente. Europa, por su parte, está preocupada por los refugiados árabes y africanos.
¿Recuerdan esa [afirmación de Donald Trump]? Por supuesto que sí. Era una mentira, pero convirtió a los haitianos en objeto de miedo. ¿Cuánta gente sabe que los haitianos ayudaron a los estadounidenses a luchar contra los británicos en la guerra revolucionaria? Los haitianos fueron “hechos otros”, porque es más fácil temerlos.
Hace unas semanas, escuché en la radio a alguien que se quejaba de los refugiados que entraban a su país, con un tono de voz muy enfadado. ¿Adivinen quién era? Era un ciudadano turco que se quejaba de los refugiados de la guerra civil en Siria. Esto demuestra que los problemas no siempre son tan simples como parecen.
Hace más de un siglo, Marx dijo que “un trabajador no tenía nación, ni tampoco la tenía la clase obrera”. Como miembros de una clase, todos los trabajadores eran hermanos y hermanas de otros trabajadores. Luego hubo dos guerras mundiales, y con la terrible carnicería de esas guerras la gente quedó firmemente atrapada en las garras del nacionalismo. Todavía estaba en modo de guerra, pero su época estaba atrapada en la llamada Guerra Fría.
Las guerras habían debilitado gravemente a varios imperios europeos y durante los años sesenta asistimos a una oleada de luchas anticoloniales, en la que muchos países consiguieron la independencia. La revolución argelina estalló en el norte de África, y Francia, ya debilitada por su caída en Diên Biên Phu, o Vietnam, perdió Argel tras unos seis años de guerra anticolonial y resistencia popular.
El revolucionario argelino Frantz Fanon llamó repetidamente a la descolonización, no sólo en Argelia, sino en toda África. De hecho, el mundo entero debe ser descolonizado. Ahora muchos de esos estados árabes y africanos están experimentando una “independencia de bandera”, un término que en realidad significa una falsa independencia. Esos países están en las garras del neocolonialismo, con sus poblaciones desatendidas y han tenido que huir para encontrar nuevos lugares donde vivir.
Con gobiernos que no supieron atender las necesidades de sus pueblos, esas poblaciones se convirtieron en refugiados de estados que fracasaron. La acumulación de capital que ha experimentado Europa parecía bastante atractiva para millones de personas de las antiguas colonias. La época actual no es sólo una época de deriva derechista, sino también de neoliberalismo y de dominación del mercado. No es casualidad que estas tres características se estén fusionando en tiempos de las ansiedades anti-inmigratorias. No nos sorprende. Los mercados no funcionan para mejorar las comunidades; funcionan para obtener ganancias. Punto. Trabajan para explotar, no para servir. Necesitamos saberlo para poder organizarnos juntos contra ello. Los refugiados no son nuestros enemigos. Lo son nuestros miedos. Y el miedo no es más que una emoción.
Gracias. Muchas gracias. Con amor sin miedo soy Mumia Abu-Jamal.
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8 de enero de 2024
—(c)’25 maj
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Circulación por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amigxs de Mumia en México.
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